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Amor IV. Despertar.

marzo 23, 2012

Penumbra,
se invierte el sistema,
las sombras vencen,
las luces,
reducidas a largos rayos acerados y relucientes
atraviesan la celosía
y se clavan en toda la habitación,
como estrellas luminosas,
como avisos en Morse.
Mientras,
la vida vuelve a bullir fuera del habitáculo,
el sol inconsolable
toca a la puerta,
la golpea,
suplicando que le abran.
Dentro no es así,
no hay bullicio,
ni frenética prisa,
solo movimientos que relajan
lentos,
parsimoniosos,
litúrgicos,
de ceremonia,
casi solemnes.
Es el leve despertar,
el largo proceso de sacudir la pereza,
de sacar a los músculos de su entumecimiento,
el gesto de girar sobre el propio cuerpo,
el mismo cuerpo que se desliza,
se derrama,
sobre la suavidad del tejido,
nadando en la sensación del descanso.
Un cuerpo flotando en el lecho,
impregnado de calidez,
de la sábana santificada por horas de sopor.
Los ojos,
apenas pequeños óvalos
enmarañados en la tela hilada por el sueño,
se quedan boquiabiertos
al descubrirte.

From → Amor, Poesía

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